El domingo 7 de mayo de 1.893, a las cuatro de la tarde, la reina regente María Cristina inauguró la nueva sede de la Bolsa de Madrid, ubicada en la Plaza de la Lealtad.
Seis años y medio de obras y tres millones de pesetas fueron necesarios para levantar este edificio de corte neoclásico, cuyas columnas corintias se convertirían en el principal símbolo de la Bolsa española. Desde su inauguración, el edificio albergó la contratación, a viva voz, de los corros, cuya existencia, al igual que el edificio, es ya otro símbolo para la historia.
En los últimos años, la Bolsa española ha experimentado numerosos cambios en su estructura y funcionamiento. Sus últimas reformas han hecho de la Bolsa una institución más ágil, eficaz y transparente, siendo por lo tanto más atractiva para los pequeños inversores con unos ahorros para invertir.
La puesta en marcha del mercado continuo, en 1.989, y la entrada en vigor de la nueva ley del Mercado de Valores, en el mismo año, son, en parte, responsables del buen estado que atraviesa la Bolsa. La Ley da cabida a los nuevos protagonistas de la negociación, las Sociedades y Agencias de Valores y Bolsa, que sustituyen a los anteriores Agentes de Cambio y Bolsa, y también aparecen en la Ley las Sociedades Rectoras de Bolsa, que son las encargadas de administrar cada mercado de valores.
Dentro del futuro europeo, la Bolsa española se prepara para adentrarse en un mercado cada vez más competitivo. El 1 de enero de 1998 la Bolsa afrontó la integración en la Europa de la moneda única. En esta fecha, todas las operaciones del mercado español adoptaron una nueva moneda para su negociación y contratación, el euro.
La Bolsa de Madrid ha discurrido el año 2000 con la idea de formar parte del grupo principal de las Bolsas europeas, especialmente tras la reciente alianza de las bolsas de Francfort y Londres. Gracias a ello, los valores españoles crecen a un buen ritmo en los mercados extranjeros, además nuestra bolsa es cada vez más atractiva para la inversión extranjera.