Así, podríamos hablar de ciertos temores a la inversión en acciones respecto a la inversión en otros productos financieros o formas de ahorro, tales como:
A los inversores les aterra la posibilidad de perder su dinero en la Bolsa, y tienen que comprobar con su propia experiencia, que el rendimiento de sus acciones es superior al del resto de los activos financieros en un período largo de tiempo. Por ello, resulta interesante conocer que un estudio recientemente publicado por la Bolsa de Madrid demuestra que las acciones han obtenido una rentabilidad media anual superior al resto de los productos de ahorro, así el Indice Total Largo de la Bolsa madrileña muestra un interés medio acumulativo anual del 21,6% entre 1.980 y 1.997 frente a los 15,3% ofrecidos por la renta fija a largo plazo o un 13,2% de los depósitos a corto plazo. Estos datos son desconocidos por la mayoría de los inversores.
Para ayudar podemos ver lo que ha ocurrido a lo largo de los últimos diez años con el índice Ibex 35, que ha sufrido una importante revalorización.
Esperemos que después de leer esta publicación junto con el esfuerzo de todos, cambie la actitud y el perfil de aquellos inversores españoles que les ofrezca temor o rechazo la inversión en la bolsa.
De hecho ya estamos asistiendo a una modificación en la percepción del riesgo de los inversores, apoyado por la necesaria consideración de la renta variable (acciones) como alternativa a la continua reducción de tipos de interés.
No hay que olvidarse, retomando la segunda idea expuesta entre las barreras de entrada o miedos a invertir en Bolsa, que durante la última década ha surgido con enorme fuerza la inversión indirecta en los mercados bursátiles a través de los Fondos de Inversión en renta variable.
En resumen, el inversor individual español entiende con dificultad el sentido de la inversión a largo plazo de las acciones, y acepta con igual dificultad el riesgo que comporta la inversión en renta variable. Sin embargo, los avances logrados a largo de los últimos años nos hacen sentirnos optimistas de poder alcanzar lo que podríamos denominar "la cultura de las acciones".